10 nov 2009

Documento Fundacional


“ARGENTINA VERDE & COMPETITIVA” EJE DE UN MODELO DE PAÍS

En la actualidad nos enfrentamos a nuevos escenarios que configuran una multiplicidad de oportunidades para la Argentina y gran parte de Latinoamérica.

En esta línea observamos que en los diferentes foros internacionales se ha planteado la creciente demanda de alimentos y el consecuente aumento de los precios, así como también las acciones que los diferentes países y regiones están implementando para garantizar el abastecimiento de sus respectivos mercados. Las tendencias en el incremento del consumo de alimentos a nivel global plantean un desafío a los países productores con excedentes.

Por otro lado, en el mundo, las tierras aptas para cultivo están restringidas en su crecimiento, y el agua es una limitante creciente y relevante. La presión demográfica está creciendo sostenidamente, especialmente en ambientes pobres y marginados, y las dietas incluyen cada vez más agua virtual y más tierra per capita. A su vez el Cambio Global presiona de forma negativa en la disponibilidad futura de tierras, agua y productos, y además aparecen nuevos consumos y más sofisticados en países desarrollados, por tanto aumenta la presión sobre todos los recursos.



En este contexto, el mercado mundial de agroalimentos cuenta con países que se encuentran en una posición privilegiada por poseer características agroecológicas, recursos naturales y capital humano. Entre estas Naciones que garantizan una provisión continua de productos de alta calidad, se encuentra Argentina, que cuenta con ventajas comparativas y a su vez una fuerte trayectoria como proveedor de alimentos de amplia gama y alta calidad a lo largo de su historia.

En los últimos años, el sector agroalimentario ha demostrando una excelente capacidad de respuesta ante una demanda interna y externa creciente, buscando los mejores mercados para los productos primarios, semielaborados y con alto valor agregado.

Los diversos clusters productivos que se desarrollan en las diferentes agroregiones, otorgan a nuestro país la oportunidad de estar presente en diferentes plazas proveyendo una alta variedad de alimentos de calidad. Desde frutas y hortalizas, vinos, carnes, lácteos, golosinas, infusiones, granos, aceites, etc., tratándose de alimentos diferenciados, con valor agregado y generadores de mano de obra.

Con sólo observar el aumento de estos rubros en las exportaciones totales de Argentina, se desprende cuán importantes son los diversos sectores que lo componen. Dichos sectores son impulsores de las economías regionales y generadores del efecto multiplicador ya que su crecimiento y potencial colaboran en el desarrollo y expansión de servicios como ser logística, transporte, informática, I&D en tecnología de los alimentos, etc. El empleo directo del sector es muy importante, pero más aún lo es lo que genera en otros sectores.

Una de las características del contexto de los últimos años ha sido el incremento de los requisitos que deben satisfacer los alimentos, tanto de orden público como privado, en materia de inocuidad, calidad y atributos conexos (en los que se entrelazan cuestiones de bienestar animal, de seguridad del trabajador, de sustentabilidad ambiental y otras). Adicionalmente, se espera que tales exigencias mantengan una tendencia a incrementarse, actuando ya no como barreras de acceso a nuevos mercados sino como condición de permanencia en los mismos. Los sectores productores y elaboradores deben profundizar en la implementación de sistemas de calidad y toda aquella herramienta que garantice el posicionamiento de los agroalimentos argentinos.

Argentina produce alimentos en cantidad suficiente para alimentar a 442 millones de personas. Sin embargo, se encuentra en un estadío avanzado de transición nutricional. La Política Alimentaria y Nutricional argentina enfrenta el complejo desafío de superar las condiciones de inseguridad alimentaria, pero generando un salto cualitativo hacia una dieta más saludable; asegurando en los hogares pobres ingresos adecuados a esa canasta, a la vez ofreciendo claras señales de largo plazo al sector productivo en el sentido de hacer de una alimentación saludable un factor más de agregación de valor en las cadenas. Tenemos los recursos económicos y los alimentos para resolver la indigencia.

Para aprovechar estas oportunidades es necesario que entremos de lleno en la economía del conocimiento, donde hay agricultura, industria y servicios de la sociedad del conocimiento. Son nuevos paradigmas que coexisten con los viejos paradigmas. La adaptación a las perturbaciones crecientes del turbulento escenario de la globalización de la sociedad del conocimiento es el desafío de la economía y los negocios. La clave para la adaptación a las perturbaciones es la innovación y el rediseño adaptativo.

La innovación y el rediseño deben resolverse en los tres grandes ambientes: el institucional, el organizacional y el tecnológico.

El problema de la competitividad genuina es un problema esencialmente institucional y secundariamente organizacional (Reglas de juego & cadena de valor). Las políticas públicas y la estrategia de negocios deben ser concurrentes, y sostenerse mutuamente, a partir de las ventajas comparativas; para construir competitividad en la sociedad del conocimiento, del saber, del saber hacer. El diseño institucional correcto y el diseño organizacional correcto se sostienen en un diseño tecnológico apropiado que reduzca costos fijos y variables.

Se puede afirmar que en economías en desarrollo el problema, según North, es un problema institucional, de calidad institucional y de seguridad jurídica tal como ocurre en Argentina y gran parte de América Latina. Las economías de primer orden dejan de ser importantes con la corrupción, la falta de transparencia y el mercado negro, generándose des-economías. La falla institucional es la gran fuente de des-ventajas competitivas en Latinoamérica.

En las estrategias de negocios los temas críticos son organizacionales. La clave para resolver las economías de segundo orden es el diseño organizacional correcto. La eficacia y eficiencia en las transacciones, y los diseños organizacionales sistémicos como cadenas, redes o clusters. Consolidar las rentas relacionales, renta emergente del stock de capital social, renta del proyecto común: la visión compartida, la misión colectiva y la meta común, ideas, palabras y acciones consistentes con los cambios de paradigma.

La gran estrategia competitiva es el aumento de la productividad, la reducción de costos de transacción macro (cumplir la ley), la reducción de los costos de transacción micro (correcta gobernancia) y finalmente resolver adecuadamente lo tecnológico (la escasez de recursos) reduciendo costos fijos y variables.

Consecuentemente, si para cualquier proyecto productivo/empresarial la seguridad jurídica es una variable con peso específico propio, mucho más lo es para el ámbito agropecuario, que a diferencia de otras actividades, implica el desarrollo de un ciclo de vida animal o vegetal, lo que le atribuye un riesgo particular: el biológico.

Sin productividad no hay excedente, no hay inversión, no hay creación de empleo. Sin productividad avanza la pobreza, el subdesarrollo y la desventaja competitiva.

Como expresara el Profesor Ordóñez la propuesta de una Argentina verde y competitiva es desarrollar al máximo la productividad y el excedente de ese sector sin expropiaciones, a la par que se desarrollen aperturas institucionales y seguridad jurídica, nuevas reglas que promuevan la competitividad genuina de la industria tradicional, los servicios y el estado. La propuesta es desarrollar al máximo todos los sectores de la economía nacional con eje en los agroalimentos y la agroindustria. Es sumar positivamente, es ganar-ganar es integrarnos armónicamente como han hecho los viejos países pobres, hoy ricos, y los que siempre fueron ricos.

Hay que seguir construyendo competitividad a partir de las ventajas comparativas. Hay que aplicar el saber hacer todos los días. Economía y negocios de la sociedad del conocimiento. Hay que fortalecer el sistema educativo y de ciencia.

Es extender la experiencia de los Agronegocios y los Alimentos. Innovar. Innovar tecnológica y organizacionalmente para desde allí innovar en las reglas de juego, es decir innovar institucionalmente. En síntesis es promover un cambio de paradigma desde nuestro saber hacer cotidiano.

Innovar tecnológicamente con buenas prácticas, innovar organizacionalmente con la red de redes y promover la construcción de capital social. Esas innovaciones apuntan a aumentar la productividad y reducir costos hoy. Desde allí promover la innovación institucional, buscando calidad institucional y seguridad jurídica. La búsqueda de colocar nuevos productos y servicios en el mercado con valor agregado será un proceso de lanzamiento al mercado global que lleva inversión y tiempo. Los bajos costos de transacción macro & micro, los bajos costos fijos y variables. La mayor productividad (1-2-3-orden); permitirán el posicionamiento del nuevo paradigma en el tiempo y en el mercado global-local. Esa es la experiencia de los agronegocios y alimentos.

El Sector Agroalimentario es la base ineludible, no única, para un proyecto nacional que debe ser inclusivo, federal, equitativo, sustentable y moderno.

Lo previamente manifestado confirma que en la Argentina hay desarrollado un esquema conceptual y operativo que resuelve contradicciones pendientes, esquema que requiere ser difundido para transformarse en el nuevo eje central de un nuevo paradigma dominante. Este paradigma, actualmente marginal, es el punto de apalancamiento para la conformación de la Asociación Civil de Ex Alumnos del PAA. La Asociación se presenta como un espacio de discusión, diálogo y pensamiento estratégico con el propósito de impulsar el cambio de paradigma en el marco de una sociedad argentina inclusiva y para todos.

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